La película “El Exorcista”, dirigida por William Friedkin y estrenada en 1973, se ha convertido en un hito icónico en la historia del cine de terror. Adaptada de la perturbadora novela de William Peter Blatty, narra la inquietante historia de una niña poseída por una entidad demoníaca y la desesperada lucha de dos sacerdotes por liberarla de su control. Sin embargo, lo que muchos no saben es que el verdadero terror no se limitó a la ficción presentada en la pantalla. Desde los primeros días de producción y hasta mucho después de su estreno, una serie de fenómenos inquietantes y misteriosos rodearon la filmación, alimentando las leyendas de que la película estaba maldita.

Antes del Rodaje

La atmósfera que rodeaba “El Exorcista” comenzó mucho antes de que se encendieran las cámaras. William Peter Blatty se inspiró para escribir su novela tras leer sobre un exorcismo real que tuvo lugar en 1949 en Maryland. Este evento, que capturó la atención de la prensa y del público, estuvo plagado de fenómenos paranormales, como gritos desgarradores, objetos que se movían inexplicablemente y ruidos extraños que resonaban en el hogar de un joven que, supuestamente, estaba poseído. Blatty, convencido de que estaba destinado a contar esta historia, afirmó que sentía una conexión espiritual profunda que lo guiaba a plasmar la inquietante narración en papel.

Mientras el proyecto tomaba forma, una sensación de incomodidad comenzó a invadir a los actores y al equipo de producción. Muchos de ellos reportaron una inquietante presencia, como si algo oscuro estuviera al acecho, esperando a desatar su poder. Para rodar algunas de las escenas más impactantes, Friedkin eligió filmar en la histórica Iglesia de Santa María en Georgetown. Sin embargo, los feligreses y los trabajadores de la iglesia se manifestaron en contra, advirtiendo que el rodaje podría atraer energías negativas, augurando que las malas influencias podrían desencadenarse en su entorno.

Durante el Rodaje

El rodaje de “El Exorcista” se convirtió en un escenario repleto de sucesos extraños y perturbadores. Uno de los incidentes más impactantes ocurrió cuando un misterioso incendio consumió casi por completo el set principal, forzando a la producción a retrasarse durante semanas. Curiosamente, el único lugar que se salvó del fuego fue el dormitorio de Regan, el escenario central donde se llevaban a cabo las escenas de exorcismo. Este hecho fue interpretado por Friedkin y otros miembros del equipo como un signo ominoso, añadiendo una capa de inquietud a la atmósfera ya cargada de tensiones.

A medida que el rodaje avanzaba, más tragedias comenzaron a marcar la producción. Varias muertes inesperadas afectaron a los miembros del elenco y del equipo técnico. Jack MacGowran, que interpretaba a Burke Dennings, y Vasiliki Maliaros, quien encarnó a la madre de Karras, fallecieron poco después de filmar sus escenas. La muerte de MacGowran fue especialmente inquietante, ya que ocurrió poco después de haber filmado su escena final. Este evento lanzó a muchos en la producción a un estado de alarma y angustia, ya que sentían que la sombra de la muerte estaba presente en el set.

Las lesiones no fueron menos inquietantes. Linda Blair, quien interpretó a la poseída Regan, y Ellen Burstyn, en el papel de su madre, sufrieron lesiones físicas severas durante el rodaje. En una escena particularmente intensa, Burstyn fue lanzada violentamente hacia atrás, sufriendo una herida permanente en la columna vertebral. Su grito de dolor, genuino y desgarrador, quedó registrado para la eternidad en el filme, contribuyendo a la atmósfera escalofriante de la película.

El actor Jason Miller, que interpretaba al Padre Karras, tuvo sus propias experiencias inquietantes. Durante el rodaje, un sacerdote le entregó un medallón de San Cristóbal, advirtiéndole que había una presencia maligna en el set. Esta advertencia lo perturbó, y su incomodidad solo creció a medida que comenzaron a suceder accidentes extraños y sin explicación durante la filmación.

Entre estos incidentes, se encontraban luces que parpadeaban misteriosamente, cámaras que fallaban en momentos cruciales, y hasta gritos inexplicables que resonaban entre el equipo. La tensión se podía cortar con un cuchillo, y muchos sentían que la propia película estaba capturando algo más allá de la actuación, algo que desafía la lógica y la razón.

Después del Rodaje

Los fenómenos sobrenaturales no se detuvieron con el final de la producción. Tras concluir el rodaje, muchos actores y miembros del equipo continuaron experimentando pesadillas y una inquietante sensación de ser observados. La casa donde se filmaron algunas escenas fue bendecida en varias ocasiones por sacerdotes en un intento desesperado de disipar cualquier energía negativa que pudiera haberse anidado en su interior. Sin embargo, estos esfuerzos parecían ser en vano, ya que la sensación de opresión persistía.

Cuando “El Exorcista” finalmente se estrenó, su impacto fue abrumador. Las audiencias se vieron profundamente afectadas; se registraron informes de desmayos, vómitos e incluso ataques de pánico en los cines. Algunos espectadores relataron haber experimentado fenómenos extraños después de ver la película, como voces susurrantes que parecían salir de la nada o la presencia de sombras en las esquinas de sus habitaciones. En Italia, un hombre llegó incluso a demandar a los productores, afirmando que había sido poseído por un demonio tras ver la película, lo que generó un revuelo mediático aún mayor.

La inquietud no solo se limitó a la audiencia. William Friedkin, el director, también fue alcanzado por las ondas del terror que rodearon la producción. En años posteriores, declaró que algunas de las experiencias vividas en el set lo llevaron a reevaluar sus propias creencias sobre el mal y lo sobrenatural. El aura de misterio que envolvía “El Exorcista” lo marcó profundamente, haciendo que se cuestionara su percepción del mundo y de lo que consideramos real.

Ecos de un Legado Oscuro

La producción de “El Exorcista” está impregnada de leyendas y misterios que han perdurado a lo largo de las décadas. Si bien algunos de los eventos pueden explicarse como coincidencias o el resultado de la tensión inherente a una producción de tal magnitud, muchos otros siguen desafiando la lógica y la razón. El miedo que “El Exorcista” ha sembrado en las audiencias trasciende la ficción; se ha extendido también a aquellos que trabajaron en la película y a quienes se atrevieron a contemplarla, alimentando su reputación como una película “maldita” y asegurando su lugar eterno en la historia del cine de terror.

A medida que pasan los años, el legado de “El Exorcista” continúa vivo, no solo como un clásico del cine, sino como un testimonio inquietante de que, a veces, lo que está detrás de la cámara puede ser igual de aterrador que lo que vemos en la pantalla. La pregunta persiste: ¿qué oscuridad se ocultaba en el set y qué misterios permanecen sin resolver? En un mundo donde la línea entre la realidad y lo sobrenatural a menudo se difumina, “El Exorcista” sigue siendo un enigma que nos invita a mirar más allá de lo visible, hacia el abismo de lo desconocido.

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